domingo, mayo 01, 2005

Los límites de la conciencia

El 18 de Marzo de 1943, Octavio Paz escribió a Pablo Neruda la famosa carta “Respuesta a un Cónsul” donde daba una severa crítica al poeta chileno sobre su estética “contaminada por la política, su política por la literatura, y su crítica… como mera complicidad amistosa”. En esa época, señaló Paz muchos años después, “el mayor peligro de los intelectuales era el abandonar la autonomía, la conciencia crítica”. ¿Qué principios defendía esa autonomía, cuáles valores la sustentaban, la hacían posible? Neruda, como muchos otros intelectuales latinoamericanos, procuró hacerse de un discurso que lo convirtió en apologista de una fe, el socialismo, que dados los terribles errores históricos con los que ahora carga, nos ha dado pensadores, escritores e intelectuales, dudosos de sus propios valores sociales, culpíjenos de su autonomía, abonados a la cuenta corriente de la hipnosis mediática que demoniza a la izquierda con los mismos argumentos de los años cuarenta y cincuenta.
Vivimos en un ámbito del pensamiento donde la culpabilidad que generó el socialismo de estado al discurso social nos hizo entrar en una suerte de esquizofrenia que el gobierno mexicano antes y después del año 2000, ha sabido capitalizar para excluir y vilipendiar del discurso de académicos e intelectuales, todo aquello que huela a izquierda. Si a alguno se le ocurre cuestionar la pandemia de pobreza extrema que sufre este país o el fracaso del neoliberalismo como doctrina ideológica, ahí está el gobierno federal que nos hará retroceder (para que no nos quede duda de nuestra culpa histórica) a los campos de concentración de Stalin, al populismo de los años 30, al mesianismo de Chávez, etc. No por ello fue obvio que la transición democrática en México, fue hacia la derecha.
Más allá de las elecciones del 2000, sin embargo, las relaciones entre los intelectuales y el poder cambiaron sustancialmente. Dirimido el problema de la democracia electoral, tocaba ahora reflexionar sobre la ciudadanía democrática: así, se discutieron y hasta hace poco se discutían los derechos de las minorías, la libertad de expresión, la transparencia gubernamental, y otros tantos retos que en nombre de la democracia tomaron relieve en las páginas de la prensa nacional e internacional. Mientras la democracia no saldara tales deudas, era difícil que la ideología ocupara un lugar importante.
Pero ahora hay un momento de silencio, una calma chicha como la del ciclón que toma un respiro. Y la democracia que hacía posible una discusión diferenciada de los problemas de la sociedad mexicana, ahora ha sufrido una franca regresión: juega por su propia sobrevivencia.
Quienes más deben llevar la conciencia crítica de una cultura –Apunta Fernando Savater- son aquellos que tienen el poder de generarla. Si no vemos el peligro que hoy enfrentamos al dejar vulnerable a la democracia, es posible que mañana esa autonomía y esa libertad crítica que señalaba Octavio Paz, quede sepultada en la verborrea mediática que hoy se ha dado en saturar a la población de un espectáculo de milagrería.
El norte del país, por otro lado, se debe plantear retos mucho mayores. Sumido en la infatuación de un pensamiento único ha perdido la brújula de esa autonomía de la que hablamos: gracias a la fuerza económica de algunos medios de comunicación que han terminado por trazar los límites de la realidad y por lo mismo, las fronteras de lo que existe. Como en el caso del desafuero, tales medios tienen el poder de convertir a la verdad en duda, a la duda razonable en especulación herética, y a la acción política que defiende sus legítimos derechos en capricho faccioso. La paranoia y el temor, en muchos casos la ignorancia, se suman a la fila de lo que no hace posible esa independencia de conciencia crítica de la que hablaba Paz. Y es que cuando por ese mismo temor los pensadores sobreseen la argumentación de los principios y los derechos democráticos, ponemos a la sociedad en un ámbito que nos regresa los terribles errores históricos del comunismo que cancelaron la libertad de elegir.