El blog, otra vez
Escribir el blog puede transformarse en una pesar: ni todo lo que nos pasa ni todo lo que nuestros ojos miran.
Porque no sabemos exáctamente quién nos lee. Puede ser que nadie. Pasan días y nadie advierte que ahí hay alguien escribiendo, conjurando notas hechas palabra. El pegajoso halo del lugar común sobreviene cuando alguien nos deja un recado. Entonces nos sabemos leídos y se inicia un frenesí por escribir cualquier cosa con tal de que los días no transcurran en el blog sin nuestra intervención. He viajado en el laberinto de los blogs y aprecio en algunos esta voluntad de escribir a diario, como si el blog tuviera una suerte de fecha de caducidad al grado que si uno no lo actualiza vaya a saber qué serie de infamias caerán sobre nosotros.
Luego pues, el blog adquiere una connotación que lo avecina con los yoghurts, la leche, etc.
1 Comments:
o con la flor de calabaza, que sirve para hacer tacos y sopas de antología, pero que tristemente se aguada y se echa a perder tan rápido... :(
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