domingo, octubre 31, 2004

ése otro que no deja de moverse

De qué ojos si son tristes y se mueven todo el tiempo, como si en sí mismos advirtieran la fractura.
De qué cuerpo si no sabe, porque ignora el secreto que estalla en sus labios.
De qué miedo si es el fondo en el que siempre permanecemos solos.
Con cuál candela abrirá el infierno, si los ojos no dejan de moverse.
Qué diga la ciudad que no recuerda, la librería en la que se ha perdido,
pero no dirá nada...
y seguiremos como estamos