domingo, enero 02, 2005

El año nuevo

Cuarta de Forros: No se oiga a Harry Connick Jr. en estos días, suele perturbar los corazones y aumentar la ictericia del alma.
La noche del año viejo no puede sobreponerse a esa terrible práctica de los jinetes del apocalipsis de asesinar miles y miles de personas con maremotos.
Pero los jinetes del apocalipsis ya tenían cierto tiempito hurgando en nuestros cuerpos sofisticadas formas de tormento. El SIDA, el ébola y otros tantos han llegado para quedarse, como en otro tiempo la lepra y la tuberculosis.
Cuando aterrizan estas desgracias sobre la faz de la tierra cobra sentido la dimensión del arte que conjura ángeles y demonios para retratar la sensibilidad de una época.
En este sentido, vale la pena recordar la frase "Hay que demandar a Dios", en boca del protagonista de Angeles de América (Angels in America, dir. Mike Nichols, 2004). Demandarlo porque nos abandonó. Insistir en la serie de HBO es redundante pero apela a cierta coherencia cuando tanto demonio y ángel negro anda suelto. Y es que el guión de Tony Kushner y las actuaciones de Al Pacino, Meryl Streep y Emma Thompson logran -a través de eso que los latinoamericanos llamamos realismo mágico- sensibilizarnos sobre las circunstancias de esa sociedad fascinante y decadente de los Estados Unidos (Vader, dixit). Lo interesante es que, por más realismo sucio norteamericano que ha labrado la piel de la izquierda Yanqui (v.g. Philip Roth, Bret Easton Ellis), esta serie logra con mayor eficacia retratar a una sociedad que se ha perdido en sus voluptuosidades, y que sigue sin reconocer la riqueza de su sincretismo y al autor de sus desgracias (que suelen ser ellos mismos: 11/sep).
Va un abrazo doloroso para nuestros hermanos asiáticos que están en la duermevela.
Uno más (donde esté) a Susan Sontag, que supo escupir al casco de Vader muchas veces.