sábado, agosto 27, 2005

Mas... ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos
ni es cielo ni es azul:¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
Lupercio Leonardo de Argensola

Abandonado el blog, casi en cuclillas por la espera, comienzo el regreso con esta quimera de Argensola que ilustra "ése algo" (léase la tradición, las herencias, lo que usted mande) que se propone como posible o verdadero, no siéndolo.
Ayer, después de un mes de conjurar la crítica contra las sociedades europeas desde mi condición de turista mexicano, me reintegré a las actividades del taller con Coral y Dulce. La última referida llegó con el tema de "La tradición de la literatura en Nuevo León". Discutimos acaloradamente mientras Marijó comía con devoción su pastel. Pero dejemos los detalles para otro momento y festejemos esa posible tradición de la literatura y las artes nuevoleonesas, tan fementida como grandilocuente, con el siguiente "ejemplo de la vida intelectual que se manifestó en Nuevo León en el curso del siglo XVIII" según la opinión de Gerardo Zapata Aguilar, y que recoge el Diario de Misiones de Fray Simón del Hierro:

"El lunes 30 de diciembre (1743), después de la misa que dijo el P. Simón, volvió para el pueblo de San Cristóbal rezando con el mayordomo y cuatro soldados que lo condujeron. Llegó gustoso porque deseaba ver a su compañero el P. Camberos libre ya de los fríos que todavía le molestaban. Y para divertirlo hizo algunas chuladas los días de pascua y año nuevo en verso el P. Lozada, compuso el calendario para tres meses y va corriendo el 44. Respondió el dicho padre en verso y se previenen otras chuladas para el día de pascua de Reyes: una décima y un soneto, y el P. Camberos, quintillas, octavas y ecos El día 6 de enero, habiéndose determinado venir a la Villa de Linares, se ejecutó así con el padre Castañeda, por ocasión de haber venido en persona -cosa muy especial- a visitar a los misioneros el R. P. Lozada, quien se alegró de la mejoría del enfermo y a todos dio muy festivo de las pascuas, y a la tarde se volvió, diciendo que otro dá nos aguardaba en su convento de su Villa. Aquí estuvimos a su disposición con mucho consuelo de todos, celebrando las chuladas de su libro dicho, en donde quedaron todos los versos para memoria en las posteridad"
El texto completo pertenece a la edición facsímil de la UNAM "Fray Simón del Hierro y el Norte de México (1700-1765)" Rafael Cervantes Aguilar, 1985. La data acuciosa es menester para aquél que quiera indagar más sobre nuestra tradición literaria.
Atender los conceptos de "tradición literaria" "identidad" o "geografía literaria" , por sí mismos resultan parte de ése discurso que pretende elaborar grandes respuestas a problemas sumamente complejos. Si hay una herencia o un canon literario, ésa es mi opinión, es la resultante de un fragmentario como disímbolo conjunto de obras de muy diversa índole que trascienden la propia lengua y se instalan en la elección individual de los oficiantes de la literatura. Pero con el fin de colaborar aunque sea mínimamente al debate sobre la "literatura de nuevo león antes del siglo XX" me permito transcribir algunos párrafos de Don Héctor Gónzalez, de su libro "Siglo y medio de cultura nuevoleonesa"
1.- Monterrey, y quien dice Monterrey dice entonces todo el Nuevo Reino de León, no tenía todavía a fines del siglo XVIII nada que pudiera llamarse manifestación de vida intelectual.
Establecidas sus poblaciones en medio de una naturaleza que apenas empezaban a domeñar sus moradores y rodeados éstos de una población aborígen hostil, empleaban su tiempo y esfuerzos en procurarse seguridad personal y tranquilidad, y en atender a las rudas tareas y a los trabajos indispensables para construir el sustento... pocos habitantes en Monterrey sabían leer y escribir, al grado de que dificultaba integrar el ayuntamiento con personas capacitadas para los menesteres correspondiente"
Hasta ahí el apunte de Don Héctor González. Si hay una tradición de la que debamos conocer en cuanto a la literatura en Monterrey, ésta deberá aglutinar más que un corpus literario, un modo de historizar la realidad, y la realidad, la del escritor y su herencia, siempre será un conjunto de fragmentos, una traslocalización de los géneros y las influencias. Pero suponer que hay un pasado de textos, un canon literario, conformado entre el siglo XVII y buena parte del siglo XIX, por las letras nuevoleonesas, es una barbaridad.