martes, mayo 25, 2004

Aura o la sirvienta de los tacones rojos

Martes 25 de Mayo
Soñé que la escritura era una sirvienta. Trapeaba con descuido los pasillos de casa. Y canturreaba canciones cursis y bobaliconas. Cómo se atreve -dije, inmovilizado e incapaz de darle un buen puntapié. Era gorda, inmunda y sonreía.Llevaba una camisa de un lino incomprensible y zapatos de tacón: rojos. Quién sabe qué espíritus malignos conjuró. Por alguna razón mi escritura, la mía, la putilla de salón que imaginé todo el tiempo,delgada y celeste, casi de Boticelli, se había transformado en una gorda y desaseada sirvienta que ahora conjuraba a las fuerzas del mal para eternizarse en esa imagen y así atormentarme con su olor y sus eructos. Por una de esas puertas que los sueños saben abrir a tiempo adquirí el poder de acicatearla con órdenes vejatorias: estudia economía; haz un pastel; visita a mis amigos y sonríeles a toda hora. Conforme más órdenes le daba se iba transformando en la idílica celeste y delgada que siempre supe mía. Mas después de cierto tiempo, volvía a su forma grotesca y a sus eructos. Sin embargo, una vez que me vio sumido en el cansancio de tantas órdenes que procuraban hacerla cambiar a su estado perfecto,se acercó como madrota enternecida y me dijo: no te preocupes, deja que recupere fuerzas y la haremos volver.